14 may 2010

La Democracia y el desencanto por los políticos*

La democracia en la actualidad es concebida como la participación y decisión de la ciudadanía en los asuntos de interés público con derechos y garantías que aseguren el respeto por la forma de gobernar. En distintos contextos se ha mencionado sobre su consolidación en el sistema político mexicano, una veZ que se establecieron las bases para el pluralismo y la apertura en la alternancia del poder, así como en el fortalecimiento de las instituciones garantes para su pleno desarrollo, además de la participación activa de la ciudadanía, con el devenir de éstas particularidades se pensó que el progreso democrático ya no era una meta, sino una realidad. Durante las últimas dos décadas México a cambiado su imagen ante el mundo, dejo de ser un sistema político muy sui generis, definido por un autoritarismo partidista, en gran medida auspiciado por el corporativismo y todo el entramado estructural del partido único. No obstante, los frentes opositores -a la par- manifestaban la necesidad de alternativas no alineadas al régimen, pero durante mucho tiempo sus esfuerzos no se materializaron en el mapa político, con el debilitamiento del PRI y la apertura económica los distintos actores encontraron cabida para un cambio del como hacer política -o al menos en sus inicios es lo que parecía-, algo distinto a la vieja estructura priista, es decir ciudadanizar la política.

Empero, la democracia como forma de gobierno es un asunto que establece reglas muy claras y con la necesidad de definirlas para su perfeccionamiento en cuanto a la forma de participar en la toma de decisiones públicas, así se pueden entender distintos tipos de democracia; directa, representativa, participativa, deliberativa, etc. Sin embargo, el horizonte de la democracia no solo se remite a la política como tal, sino también como forma de vida, pues ésta manifiesta una serie de valores en torno al actuar diario, la democracia es un cambio en la sociedad mexicana, que implica adoptar medidas para fortalecer la diversidad de su cultura y el pluralismo de su gente, dar cabida a las distintas corrientes ideológicas en busca de derechos reconocidos y obligaciones adquiridas, es todo un esquema de normas y valores que coadyuven a mejorar la calidad de vida desde el ámbito local y del entorno cotidiano. Para la sociedad mexicana es atribuible una postura apolítica y que a través de la consolidación democrática el pueblo se ha desencantado de participar políticamente, esta afirmación es claramente minimizada a cuestiones meramente electorales, finalmente el voto -para algunos- es la representación en su máxima expresión de la participación ciudadana y en su defecto la renuencia al quehacer político y por lo tanto el desinterés por la democracia. La ciudadanía no solo es una categoría de estatus político-social, antes bien es un acto de consciencia para reflexionar sobre el entorno y en México, a través de acciones con objetivos definidos, la sociedad mexicana ha intervenido en el ámbito público -que no necesariamente tiene que ser el gobierno-, cansados de no tener cabida en un sistema meramente institucional, por tal motivo la participación -específicamente- de la sociedad civil, es un elemento significativo de lucha por una vida democrática mediante la participación activa de la herramienta política, aunque la sociedad en lo general ha sido un gigante dormido, que atiende el llamado cada vez que hay una contienda electoral cansada de sus actores políticos, pues los problemas sociales y económicos del país, así como el abuso sistemático sobre el pueblo, han generado un justificado encono de los mexicanos contra el gobierno.

Una cosa es la política como acto para acceder al poder y como usar ese poder, y otra muy distinta son los políticos como individuos con vicios y virtudes. El desplazamiento y desencanto de la ciudadanía por los representantes -y específicamente por los políticos- se debe al exacerbado comportamiento de la clase política, el reflejo más próximo de este desencanto por los políticos se aprecia en la apatía y muestra de repudio a los gobernantes, actores políticos, así como la no identificación con los institutos políticos. En la actualidad los políticos son cada ves menos comprometidos con sus institutos, muestran su claro posicionamiento de intereses que tienen por encima del bien común en detrimento de la ciudadanía, la política ya no es un acto de convicción sino un medio para satisfacerse personalmente o favorecer a los grupos de poder a cambio de prebendas. La sociedad mexicana cansada por el irrestricto comportamiento de la clase política se ha ido desdibujando en el actuar público. El desplazamiento de los actores políticos ha evidenciado el ascenso de figuras públicas, que gozan de reconocimiento social, dada la crisis de representatividad y la falta de reconocimiento por la que los políticos están pasando y estos como parte del marketing político la estrategia la focalizan en la imagen pública y ya no en el hecho publico. Para Max Weber, el político tiene que tener una serie de cualidades que hagan de él un buen líder, debe estar capacitado, reunir las condiciones para hacer lo que se expresa, así como tener la facultad para hacer algo. Los actores políticos son quienes logran que las ideas y propuestas de la sociedad se traduzcan en leyes y acciones, es decir que se conviertan en realidades. Sin embargo, en la actualidad las acciones que desprestigian a los actores políticos, algunas de las cuales se han heredado del viejo régimen como prácticas clientelares, corporativismo, abuso de poder, caciquismos, mientras que otras por la falta de voluntad política para celebrar consensos y sobre todo el desarraigo ideológico-institucional, se han hecho acreedores al desvanecimiento de la legitimidad por parte de la sociedad en su conjunto.

Elaborado por Vltra-Koby 532 para CISI.AC

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